VISITA EXCLUSIVA (2 -3 HORAS)
Una visita exclusiva, magnífica para disfrutar de la naturaleza y de la nobleza del toro
Viva a escasa distancia (a pie o en vehículos adaptados en los que poder acercarnos hasta casi tocar a los animales), la vida del toro bravo desde su nacimiento. Acompañados por el personal de la ganadería, y en ciertas visitas del propio ganadero, recorreremos la finca, observando dónde tienen lugar las diferentes etapas de la vida del toro de lidia.
Si se diera el caso intentaremos ver al becerro recién nacido, visitaremos los cercados de las vacas -“madres”- y de los becerros, y disfrutaremos del toro adulto en su medio natural. Observaremos sus costumbres, sus juegos, sus sitios preferidos para comer, dormir o resguardarse, y veremos que, el Toro en el campo tiene un comportamiento noble y tranquilo.
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ORIGEN DEL TORO DE LIDIA
El toro de lidia forma la mayor aportación de España a la genética mundial y a la cría animal. Ya antes que renovadores ganaderos ingleses comenzasen a formar esenciales razas vacunas y porcinas a lo largo de los siglos XVII y XVIII, aun antes que en mil setecientos noventa y uno se crease una manual donde se recogía la genealogía de los caballos ingleses de pura sangre, ya se escogía en España el toro de lidia, lo que hace ver que en las ganaderías de toros bravos de España desde hacía ya tiempo se controlaba la genealogía del toro de lidia, se estudiaba su comportamiento y se iba registrando toda esta información en los primitivos libros de ganaderías.
Las civilizaciones del pasado nos han legado abundantes misterios bien difíciles de descifrar. En torno al toro bravo podemos encontrar en muchas cuevas pinturas rupestres en que podemos observar numerosas representaciones de toros desde el V a III milenio a. C.. Conforme abundantes arqueólogos, estas figuras fueron efectuadas con finalidades mágicas para favorecer la existencia de una rebosante caza.
La fauna predominante en la península Ibérica a lo largo del Paleolítico estaba compuesta de caballos, toros, corzos, cerdos salvajes y otras especies. El hombre europeo de esta época era cazador de animales enormes y peligrosos, entre aquéllas que se hallaba el uro o bien toro salvaje, era nómada y vivía errante en prosecución de los animales con los que podía alimentar a su comunidad. El toro salvaje de la prehistoria tenía como utilidad proporcionar al hombre de sustento; debía cazarlo para llenar su dieta de carne, también era un animal muy codiciado porque podía extraer la leche de las vacas, utilizar sus pieles para confeccionar prendas de abrigo, así como también usaban a los toros para utilizar su fuerza en diversas labores y faenas de trabajo.
En los siguientes milenios, el hombre va combinando su actividad cazadora con la del cuidado de la tierra y del ganado, hasta hacerse sedentario y depender solamente de estas 2 últimas actividades. Tal vez en esta etapa, determinados vacunos admitieron la domesticación y el coherente pastoreo, mientras que el hombre observaba sus reacciones y descubrió y aprendió determinados manejos, lo que en alguna medida formaría un toreo tosco, protector y sumamente ventajoso. Los primeros hombres cazaban El hombre de la Prehistoria cazaba a través de el “acoso en común” , es decir, un grupo de hombres provocaba una desbandanda de los animales para conseguir que estuvieran solos, y allí les hacían frente cuerpo a cuerpo para atraparlos o matarlos para su alimentación. En esta caza del toro salvaje hubo de estar el principio del arte de torear.
El uro o bien toro salvaje estaba domado en Oriente (de la misma manera que el cánido) desde temporadas remotísimas. De esta forma, llegó a en el Neolítico a nuestras tierras europeas el llamado “buey de turba”, raza que será la originaria de la gran mayoría de las razas actuales del centro y norte de Europa. En Egipto y Asia Menor, desde cinco.000 anos a. C., se amaestró el buey y se le rindió culto.
En el Cuaternario, consecutivas alteraciones del tiempo determinaron cambios en los ecosistemas, cambiando las especies animales y vegetales, extinguiéndose numerosas especies. En la Península Ibérica según lo que parece, el tiempo jamás fue demasiado estricto, puesto que la mayoría de la vegetación y fauna subsistieron a estos cambios, siendo más que probable que la península atrajese migraciones de ganado vacuno de Centroeuropa y del Norte de África, puesto que la península estaba aun unida al continente africano.
LA ERA DE TAURO
La era de tauro corresponde a los años cuatro mil quinientos trece a dos mil trescientos cincuenta y tres a. de C., y se caracteriza en las diferentes civilizaciones históricas porque podemos observar que se da culto a dioses con forma de toro. En todas y cada una de las etnias mediterráneas y en el planeta celta, existe la misma ideología de que los toros bravos tienen una serie de virtudes genéticas y su transmisión al hombre, le hicieron figura sagrada y objeto de culto y de abundantes ritos religiosos y celebraciones festivas. De este modo, en la Mitología griega aparece en forma de Minotauro o bien como disfraz de Zeus para secuestrar a Europa, en Egipto el buey Apis es el dios de la fertilidad y de la exuberancia, los hebreos adoran al becerro de oro, en Babilonia tenemos los toros alados, por no charlar del toro Tarnos céltico o bien del toro irlandés de Cualungé. En la historia romana se adoptó el culto de origen persa a Mitra, el joven dios que sacrifica al toro principal para hacer surgir al mundo: de su sangre afloró la vida, los cereales, los animales…
Julio Cesar hace dos mil años, describía el uro que habitaba en la selva Hercinia, en Germania, a riberas del Danubio, destacando la bravura del toro, su carácter indomable y el divertimento que formaba su caza para los jóvenes. Era un animal enorme y muy, muy peligroso que poblaba los bosques de la Europa Central y Norteña. Los germanos le llamaban auerochs o bien toro salvaje, y fue Julio Cesar quien definió al toro bravo como urus.
El uro, que se extinguió en Europa en la Edad Media, es el ancestro salvaje de todas y cada una de las razas bóvidas familiares existentes el día de hoy. Podemos decir hoy día que en el toro de lidia actual podemos encontrar la especie con las características más similares de aquel uro primitivo que conociera Julio César.
EL TORO EN HISPANIA
El toro bravo desciende del uro o bien toro salvaje de la Edad Media, que era muy abundante por toda Europa.
Como en la cultura Grecorromana, el toro de lidia está muy relacionado con la cultura de la península Ibércia. Es el animal más simbólico, hasta el punto de simbolizar la celebración popular, y su figura fecunda todas y cada una de las artes, desde las pinturas en las cuevas, hasta las nuevas tendencias de la cultura española, representado en las diversas artes. El toro desempeña un papel esencial en la economía de la península ibérica, puesto que altera el paisaje por la necesidad de sostener grandes vacadas, y favorece la creación de las ferias de ganado que tanta relevancia tuvieron de cara al desarrollo de pueblos y urbes.
El toro de lidia tuvo su cuna, origen y solar en España, y desde acá se extendió y exportó a Portugal, sur de Francia y abundantes países del Continente Americano primordialmente a lo largo del siglo veinte.
Quizás motivado por una serie de intereses para el desarrollo de una cultura tradicional y popular, fue naciendo la vinculación con el toro de lidia que participara en las prácticas hípicos de los nobles y caballeros de la Edad Media, a la habilidad para el juego con los toros del personal encargado de su manejo en las dehesas y en los mataderos, tal como al inteligente arte de criar y escoger de los ganaderos, se creó este hermoso animal, entre las mayores joyas de la zootecnia mundial.
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